Llegó un día en que al fabricante de lámparas convencionales se le encendió la bombilla. Antonio Hernández, de 44 años, atravesaba una etapa difícil cuando el ingenio se fundió con lo que mejor sabía hacer y dio vida a los Urobots. Desde los 16 años, cuando de la mano de su padre se introdujo en el sector de la iluminación, hasta hoy, Antonio prosigue en su oficio, pero de manera diferente. Comenzó a trabajar en la fábrica de lámparas de su antecesor. A sus 24 años dio un paso adelante y se independizó profesionalmente. Emprendió su propio negocio, en el que diseñaba y producía lámparas que, posteriormente, comercializaba a tiendas.
Metalúrgico de profesión, especialista en el tratamiento de metales, Antonio se atrevió con todo tipo de estilos: rústico, clásico o moderno. Le marchaba bien hasta que, como a numerosas empresas y más aún las relacionadas con la construcción, el diseño o el mueble, la crisis le azotó fuertemente. Las ventas cayeron en picado, lo que en 2010 abocó en el cierre de la fábrica.
Durante cuatro años Antonio intentó actividades distintas sin que ninguna llegara a buen puerto. Pero hace un año, sin percatarse entonces, despertó una nueva faceta. Su hijo le pidió que le ayudara en un trabajo para el colegio, que consistía en hacer un robot con objetos reciclados. Lo hicieron y fue bautizado con el nombre de 'Ataurcio 97'. Con él, el chaval ganó el concurso escolar y hoy lo guarda con cariño. "En ese momento pensé en probar algo distinto, más enfocado a lo artístico que a la iluminación, pero abandoné la idea", explica Antonio.
A finales de 2014 recuperó aquella iniciativa. En el sótano de sus casa guardaba una caja con pilotos (luces pequeñas) y decidió aprovecharlos. Con materiales que tenía a mano dio rienda suelta a su imaginación y creó los ocho primeros Urobots.
Para tantear la aceptación de sus piezas participó en Arte Rastrillo, que cada mes se celebra en la Plaza Vieja de la capital; ya había asistido en una ocasión anterior con lámparas rústicas que antes fabricaba, pero sin éxito. Esta vez, sería diferente. Los Urobots consiguieron llamar la atención y vendió o 'dio en adopción', como él dice, varias piezas, además de varias lámparas que también diseña y cuya base son cafeteras o teteras. Esto le motivó a seguir adelante. Había pasado de hacer arte contemporáneo con robots a darle una utilidad como lámparas. De ahí, parte de su nombre pues la 'U' no es al azar, si no de "útil" y de "único", ya que cada robot no tiene otro igual.
En poco más de un mes que Antonio lleva inmerso en el trabajo de los robots, ha participado en una exposición en la sala Madchester, donde le invitaron a mostrar sus robots, y también en el Gastro-Art que se celebra en el entorno del Mercado Central. "Fue una pareja de Guadalajara la que adoptó el primer Urobot". Si bien es un negocio, Antonio añora a cada uno de los robots de los que se desprende. Han salido de su imaginación, le ha dedicado varios días de trabajo a cada unidad, son únicos y cada uno tiene algo especial.
Cada pieza tiene su nombre y profesión. Así, acaba de separarse de sus amigos para irse con su nueva familia en Adra Sad Eyes KD 99; Ernest e Isabel ya viven en Barcelona, mientras Visual ITT70 lo hará en breve en Madrid. Coco n'5, una chica Urobots a quien le encanta llamar a las amigas desde su móvil y viste traje rosa y blanco totalmente conjuntada, todavía espera a alguien que la acoja, y como ésta otros, cada uno con su propia personalidad. Cualquier Urobot que sea adoptado cuenta con un certificado de autenticidad en el que se detallan todos sus datos para que quien lo acoja sepa su historia.
Para la fabricación de cada unidad, Antonio utiliza diversos materiales, desde artículos reciclados, como tulipas de cristales, aspas de ventiladores, piezas de motores, cajas metálicas de relojes o radios o cámaras de fotos antiguas que compra, así una de marca ITT de los años 70, una Kodak Brownie Model I del año 1957 o una Kodak Cresta del año 1959.
Además de los Urobots, este fabricante y artista convierte teléfonos antiguos en lámparas. La idea surgió de un celular que tenía en casa, que tras restaurarlo, limpiarlo y decorarlo, le instaló luz, con un resultado tanto de decoración como de lámpara para una mesita, dando al lugar un airevintage.
Otros artículos sigulares son las lámparas cuyo componente principal son cafeteras o teteras, que Antonio taladra para conseguir el efecto lumínico deseado.
Lo cierto es que en el escaso tiempo que estas piezas han salido a la luz, ya hay varias repartidas por los distintos hogares de la geografía española, y es que, a pesar de ser únicas, arte y útiles, su precio es asequible en comparación con otros productos de diseño que se comercializan en el mercado. Para adquirirlos basta con pasarse tanto por Arte Rastrillo o Gastro-Art o ponerse en contacto con Antonio Hernández a través de su página de Facebook (Urobots Antonio Hernandez).