30 mayo, 2014
¿Alguien se ha preguntado quién está detrás de los artículos de Iluminet?
Esta es una reflexión sobre la luz, más allá de los artículos de patrocinador, de los proyectos de diseño y de las noticias del medio; y al mismo tiempo incluye todo lo anterior, pues se trata de una reflexión que precisamente busca conciliar el lado humano de la luz con el negocio de la iluminación.
Es cierto, y ustedes más que nadie saben, que la iluminación es un tema que pasa desapercibido por la gran mayoría de la población, lo cual es una evidente contradicción, pues sin luz, prácticamente no habría actividad humana. Resulta curioso que este sea precisamente el juego que busca un buen diseñador de iluminación, conseguir que la luz pase desapercibida ante el espectador, sin dejar por ello de evidenciar la potencialidad del espacio; una lúdica dialéctica entre luz y sombra, y entre lo evidente y lo oculto, pero sobre todo, una íntima relación entre sujeto y objeto en un espacio que se desenvuelve de manera temporal.
Con este artículo, nuestro colaborador Damian Escalante Petersen se despide de Iluminet en busca de nuevas oportunidades de crecimiento. Te deseamos mucha suerte.
Entrevistas, instalaciones artísticas, festivales, congresos, proyectos, seminarios, foros LEDs, innovaciones tecnológicas, estudio de caso, noticias y productos, la lista es interminable… el mundo de la iluminación abarca un ámbito social infinito, tanto por su profundidad como por su constante desarrollo. Un amigable entorno que, en la Ciudad de México y el mundo, se ha convertido, más que un ámbito laboral, en una plataforma de desarrollo personal, claro, con específicas áreas de trabajo. De mi parte, mi tarea es la divulgación, o mejor dicho la redacción; una labor en parte privilegiada pues entre otras, goza de un panorama completo respecto a todo lo acontecido en el medio; y limitada en la parte práctica, pues carece del acto de “ensuciarse las manos” en todos aquellos detalles que reconoce el ingeniero y el diseñador. La luz es encendida por otros, nosotros… la comunicamos; y sentimos en nuestras propias palabras, el vértigo del ingeniero instalando luminarios sobre las altas fachadas, o el eco de aquel momento de inspiración que arrebató al diseñador, o incluso sentimos en el contoneo del teclado, la invitación del científico por romper los paradigmas de la iluminación. Pero sin ustedes, queridos lectores, nuestro esfuerzo no tendría el más mínimo sentido; y ésta relación, también es dialéctica.
Una cosa me ha quedado clara, más de un cuarto de la población mundial vive sin electricidad. Con esto quiero señalar que la luz tiene fuentes mucho más originales e inspiradoras que los LEDs, los fluorescentes, o el polémico plasma, y ha sido desde la antigüedad algo mucho más profundo que una simple batalla entre empresas y tecnologías. Si abrimos los ojos y nos salimos de nuestra utilitaria cotidianidad, podemos observar la importancia de la luz en el arte (la pintura, la fotografía, la escultura); la imperativa presencia de la luz en todos los procesos de la naturaleza y el esencial factor de los fotones en las reacciones químicas y biológicas; llama la atención la persistente presencia de metáforas lumínicas en todas la religiones, lo cual simplemente refleja aquella fundamental cercanía entre la luz y la divinidad. La conciencia humana, el ojo, es en sí misma la capacidad de proyectar luz (ideas) sobre las cosas; y por su parte los objetos sin incidencia lumínica, no ostentarían aquel inagotable espectro de colores que viste el mundo, el cual otorga al hombre esa instintiva capacidad de asombro; ¿o acaso les parece una simple casualidad que sea la velocidad de la luz el propio límite de la materia?
Otra cosa me ha quedado clara, el sujeto, y más aún la cultura contemporánea, no puede entenderse sin la presencia de la iluminación artificial. Desde la simplicidad del acto, ya casi imperceptible, de encender el interruptor de tu cuarto, hasta la naturalidad en la que nos desplazamos por la ciudad custodiados por el alumbrado público. El estrobo en la pista de baile, el haz de luz sobre un artista en escenario, la pantalla que te posibilita leer el presente artículo, el reflejo de los faros sobre las señales de carretera y la luz al cielo sobre edificios corporativos… en fin, los nodos de luz se multiplican día día conformando tanto una forma de estar-en-el-mundo como la manera de comprender la presente realidad. El sorprendente descubrimiento de que entre el Indio, Galio y Fósforo, se alcancen más de 100 lúmenes por Watt, o la posibilidad de integrar iluminación al diseño utilizando componentes orgánicos, es sin duda, algo más que una revolución tecnológica, pues implica al mismo tiempo una forma de concebir el espacio que habitamos y una nueva forma de relacionarnos.
La luz es producto de los dispositivos de iluminación, y a su vez, las luminarias son diseñadas para alcanzar la mejor calidad de ésta; una dialéctica que en su constitución va incluyendo al mundo de la luz, como si se tratase de una fuerza gravitatoria, a incontables personalidades: diseñadores, ingenieros, arquitectos, periodistas, comunicólogos, programadores, administradores y hasta filósofos, los cuales, una vez picados por el “aguijón de la luz”, jamás podrán dejar de sorprenderse por ella; sobretodo porque a partir de ese momento, el mundo dejó de ser el mismo.
Les deseo: Mucha luz en su camino…
Damián Escalante Petersen